Si tengo que resumirles la razón por la que me encantó el Pilates, se los puedo decir en seis palabras: me quitó el dolor de espalda.
Yo era de las personas que tenía un dolor de espalda permanente. El haberme pasado toda la vida estudiando y luego todo el día trabajando, lleva como consecuencia estar mucho tiempo sentada en el escritorio y/o frente a una computadora. Cuando no era la espalda baja por mala postura, era la espalda alta y los hombros por estrés, el dolor era constante. Hablar de nuestra postura al trabajar da para varios posts, así que dejémoslo hasta aquí: a mi me dolía la espalda. Siempre.
Con el ejercicio, aprendí la manera correcta de moverme y cuales posiciones debo evitar. En Pilates se hace un gran énfasis en fortalecer todo el tronco del cuerpo; el centro, el core. Por lo que se consigue un balance entre los músculos de la espalda y el abdomen. Esto poco a poco se traslada a tu vida diaria: nos facilita sentarnos correctamente y movernos de manera más eficiente. Nos permite además, respirar mejor. Ya que al no estar encorvados proveemos el espacio que los pulmones necesitan para expandirse. Con el tiempo he descubierto muchos otros beneficios de ejercitarme pero lo que me dejo enganchada fue la desaparición de mi dolor de espalda.
Conozco personas que no pueden pasar mucho tiempo de pie sin tener dolor de espalda. Que tienen un dolor de espalda seguro al salir de la oficina y que incluso puede causarles insomnio. Están quienes no solo viven con dolor de espalda, sino con migrañas. Yo no llegué a ese punto pero si les puedo decir que tengo una mente hiperactiva -de esas que saltan de un tema a otro en cuestión de milisegundos, pero de esto espero hablarles en próximas entradas. Eso de vivir adolorido generalmente tiene remedio sólo hay que tener la voluntad de liberarnos de ese dolor. ¿Qué esperas? Libérate del dolor de espalda.