Habla La Ex Señorita10 julio, 2016

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En el primer ejemplar de La Ex Señorita, un fanzine feminista de Ciudad de Panamá, nos encontramos con este artículo sobre la copa menstrual, escrito por María Gabriela Dutari.

Encontré la copa menstrual de la misma forma que he encontrado objetos más cotidianos como libros y ropa: gracias a la magia del Internet.    En verdad no la estaba ni buscando; hacía un par de años había pasado de las toallas sanitarias a los tampones y pensaba que había llegado a la cúspide tecnológica de la higiene femenina.  No me imaginaba que pudiese existir algo más cómodo para lidiar con la regla que los tampones.  Sin embargo, después de leer sobre la copa menstrual me sentí intrigada, así que busqué varios artículos, opiniones en foros, vi vídeos en Youtube y al final la pedí por Internet.    La copa menstrual es una copita en forma de campana hecha de silicona de grado médico, un material flexible que se dobla para ponérsela y que al introducirse en la vagina se abre haciendo un ‘pop’ y se ajusta perfecto a sus paredes, atrapando el flujo menstrual.  Al igual que un tampón se debe retirar cada ciertas horas, solo que en vez de botarse se vacía, se limpia y se vuelve a introducir y al final de la regla se esteriliza.  Independientemente de la marca, uno de sus principales atractivos es que es reusable y a diferencia de los tampones y toallas no conlleva la constante emisión de desechos sólidos no-reciclables.  Es decir, la copa es una opción eco-amigable; cuando la empecé a usar dejé atrás los tiempos en los que gastaba cuatro tampones diarios y realizaba el ritual cotidiano de momificar con papel higiénico las toallas sanitarias usadas antes de tirarlas al basurero.

Como todo, la copa también tiene sus hacks, sobre todo cuando se comienza a usarla; la hora de los mameyes es cuando tienes que quitártela.  Como la copa acumula el flujo menstrual en vez de absorberlo, si una es brusca al momento de quitársela puede acabar con sangre en el piso o en la ropa.  Esa escena de Carrie se puede evitar, solo es un tema de tener cuidado y unas hojas de papel higiénico a mano.

Usarla en un baño público también requiere algo de maña ya que si la limpias en el lavamanos probablemente espantes a más de dos cristianas.   Esto se soluciona limpiándola en la privacidad del cubículo del inodoro con papel higiénico o con agua que puedes llevar en una botella especialmente para ese propósito. Si no te importa ser desconsiderada, también está la opción más HP de cerrar la puerta del baño para que nadie entre mientras la enjuagas.

Una vez le agarré el truco, me pregunté cómo es que pude estar viviendo sin ella. Por que aunque toda mi vida estuve usando productos que prometían darme seguridad durante la regla, nunca había usado algo tan cómodo y a prueba de derrames como la copa. A veces hasta se me olvida que la llevo puesta. Con ella puedo dormir, me he ido de viaje, he ido a nadar y he recorrido varios kilómetros en bicicleta. En mi opinión es muy buena. Y como normalmente hago cuando me encuentro con algo bueno , la he recomendado. Sin embargo, muchas veces me encuentro con reticencia y simple asco. Quizás la he recomendado de una forma inadecuada (“es como un shot de tequila que te metes en la vagina”). Muchas de las respuestas que recibo van por la linea de “¿la vuelves a usar? ¿Y tener que ver esa sangre no te da cosita?  Como mencioné, la copa se limpia todos los días y se esteriliza cuando se acaba la regla. La realidad es que siguiendo las instrucciones de uso y cuidado jamás he tenido ningún problema. Y pues la verdad no, no me da “cosita” ni asco ver mi propia sangre, de hecho creo que es bastante normal.

PARA MÍ, LA COPA MENSTRUAL LLEGÓ PARA QUEDARSE.

 

 

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